Cotidianamente
los militantes viven su identidad de fieles laicos en la
viña del Señor
a través de un Plan de Vida, formado por los compromisos que
por amor
hemos contraído con Cristo y la Iglesia y que vividos con
fidelidad
hacen posible el crecimiento y desarrollo de la vida cristiana. Nos
recuerdan una invitación: Cristo cuenta conmigo para
evangelizar, pero
también una exigencia: A nadie le es lícito estar
ocioso.
En el Plan de Vida el militante vive su gracia delante de Dios y de los
hombres desde una perspectiva tridimensional que abarca la piedad, el
estudio y la acción, aspectos que son revisados durante la
reunión del
Grupo de Perseverancia. De esta manera los fieles se van imbuyendo de
un estilo de vida cristiano que hace inseparable su
condición de
bautizado con la de ciudadano presente en las realidades temporales, y
le permite estar alerta ante los impulsos que el Espíritu
suscita en el
diario vivir.