La llamada del
Papa Juan Pablo II a una nueva evangelización, nueva en su
ardor, en
sus métodos y en sus expresiones no es una mera estrategia
pastoral: es
una exigencia que brota del bautismo. El núcleo de esta
nueva
evangelización no puede ser otro que el testimonio de vida
que surge de
una conversión personal a Jesucristo y que va creciendo cada
día más
con la fuerza de la gracia. De esta experiencia vital dimana
precisamente el Cursillo de Evangelización como momento
singular en la
trayectoria de cada uno que posibilita por la gracia de Dios ese
encuentro entrañable con el Resucitado.
El Cursillo de Evangelización es un curso breve e intenso
que
posibilita el que los asistentes descubran, a través de la
palabra, la
vivencia y la oración, el Amor misericordioso de Dios, y que
tengan un
encuentro personal con Jesucristo, fruto del cual se conviertan a la
vida de la Gracia y se lancen a vivir la vocación y
misión a la que
Dios les llama.
Como modo específico para la llamada a la Nueva
Evangelización con la
que Christifideles Laici se siente singularmente comprometido, el
Cursillo de Evangelización se concibe como fruto del
esfuerzo y entrega
de los militantes, pero primordialmente como acción de la
Gracia en los
hombres impetrada a través de la oración
ascética y mística.
Por encima de la organización y la preparación
esmerada de la que es
merecedor, el Cursillo pretende ser hechura de Dios, acción
salvífica
del Redentor, viento impetuoso del Espíritu, en
comunión con la Iglesia
Católica.